lunes, 23 de noviembre de 2009

Diccionario de las Artes.

ARTESANÍA.
Así se denominaba antiguamente el arte, que comprendían unas artes ya desaparecidas, bajo esta nomenclatura, donde trabajaban los artistas organizados en gremios, como ejemplo; eran los de la sastrería, los de la orfebrería, etc., Algo que me parece muy curioso es que los pintores pertenecían al gremio de los boticarios.

Antes los artistas tenían discípulos trabajando para ellos, así aprendían el oficio. A cambio el artista les mantenía y aprendían los trucos que estos tenían. Por otro lado esto ayuda al gran número de reproducciones que poseían muchos artistas, e incluso algunos artistas de corta vida, poseen gran repertorio; todo esto es gracias al trabajo de los discípulos en los talleres de los artistas. Estos artistas sabían reproducir réplicas con un domino espectacular, e incluso me atrevería a decir que ni muchos expertos actuales, saben diferenciar si muchas de las reproducciones de grandes maestros de la antigüedad, han sido elaboradas por el gran maestro o su discípulo.
El maestro de la antigüedad al enseñar sus trucos y sus saberes al discípulo se aseguraba su plena ayuda y sobre todo a que el discípulo no desvelara estos secretos, por lo que no estos conocimientos no salían del taller. Si el aprendiz o discípulo difundía algún conocimiento o truco del gran maestro se arriesgaba a poder ir a la cárcel. Por lo que de alguna manera estos artistas reconocían que tenían trucos y que no les interesaba que otros artistas supiesen. Sin embargo, en el artista moderno no es posible dicha consideración, ya que si algo destaca del artista moderno es la “honestidad” que salpica a todo su arte. Sería incapaz que un artista de esta calaña reconociera que un artista pueda poseer trucos.

A partir del siglo XVIII, los artistas comienzan a trabajar en la más pura soledad de su estudio, ellos y la obra, no cabe nada más. Como consecuencia por la consideración de artista como genio y que expresa sus ideas, por lo que esto es imposible de convertirlo en didáctica para ser transmitida a cualquiera, que no sea el propio artista, aunque fuera algún aprendiz al taller de un artista de la actualidad no aprendería nada, solo grandes ideas. Además, hay que suma el conflicto tan abundante porque no se difundan las imágenes o ideas que no cumplan el requisito de derechos de autor, lo que acentúa un miedo o tendencia a que se roben o plagien las ideas. En esta época todo tiene dueño, en cuanto a arte, todo queda registrado para que nadie se apodere de algo que no es suyo y por lo tanto pueda reconocer como suyo o alegarse la idea.

Aún en el siglo XVII y XVIII, no había mucha diferencia entre el artista y el artesano.

Los artista de antes, ya fueran pintores, por poner algún ejemplo; además de sus cuadros, a veces realizaban otros trabajos de índole menos artística y menospreciada por los artista modernos. Esto creo que aún se da, si yo diría que las dos nociones. Por un lado, está el artista que aunque sea muy buena, extraordinario en su campo pero que no vende, tiene que en algún momento contentar a la clientela, y elaborar u producto totalmente mercancía, porque necesita vender dicho producto, por lo no es ni menos artista ni más, e incluso ni menos libre. Simplemente, necesita el beneficio económico de la obra, por lo hay que ser realista y práctico, hay que comer, es su trabajo, al igual que el mecánico come de su trabajo y otros.
En el otro lado, se encuentran otro tipo de artista que considera todo lo anterior como una humillación, para el autoestima o su propia consideración como artista. Bueno esto es solo otra opinión, pero es éste más que el anterior, ya que de alguna manera atendrá a otros valores pero no menos desprovistos de valores establecidos.
La realidad es otra totalmente distinta; el artista que presume o no, de que en su producción ha sido libre y solo ha atendido a su intención libre de aspectos comerciales, etc., esto es muy bonito e ideal pero demuestra que este artista sobrevive de otra fuente, por lo que se puede permitir esta actuación. Y el artista que sobrevive de la fuente de su producción, que en algún momento debe abandonar estos ideales y sublevar otros, sin humillarse en absoluto a sí mismo.

Los artitas anteriores sabían realizar muy bien sus oficios con gran destreza y habilidad. Era de alguna manera una labor donde su propio trabajo era valorado objetivamente, se podía cuantificar y cualificar la mano del artista, el trabajo del artista era algo totalmente reconocible y conocido por la gente. Por esa masa incluso, por que su aceptación y valoración de alguna manera estaban aseguradas.
El trabajo del artista nuevo se podría denominar como un tanto “subjetivo”. Además se encuentra con la complicada tarea de que su arte no es entendido por la gran masa que pueda reconocer y dar valor al trabajo. Pero esta noción cuenta con otros aspectos, algo claro es la consideración nueva de artista, como genio, etc., por lo que en su trabajo se reflejan sus ideas y no son tan fáciles de detectar, sino tienes conocimientos a cerca de la labor del artista y algo de educación estética o esa nueva sensibilidad, que Ortega y Gasset abarca tan bien en su libro La deshumanización del arte.

Otro parámetro considerable como diferenciación entre el artesano y el artista, es el gran mercado que se ha establecido alrededor del arte nuevo, la especulación es descomunal a diferencia de lo que se considera artesanía. Ésta aún valorada por debajo del arte, por lo que entendemos nosotros, claro está.
Dichas ideas en las que se basan las obras de los nuevos artistas, transformadas en propiedad privada como valor de propiedad intelectual, por lo de acontecer a las ideas. Y sido transfondo implícito de mercado. Se trata del mercado del arte, que poco tiene que ver con el arte en sí.

Las ideas del artista plasmadas en imágenes, se convierten en iconos de la identidad y estilo del artista una vez, que éste es sumamente reconocido por la crítica, etc. Demostrando sus nociones del arte en cuanto al saber del propio artista.

Distinguir entre un buen y un mal Miró es cosa traída por los pelos y de mucho refinamiento, pero distinguir un buen Duchamp de uno malo, no es que sea difícil, es que es un disparate e indica que no se entiende nada de Duchamp. En Duchamp todo son ideas y sólo ideas. Y las ideas, como todo el mundo sabe, no tienen cuerpo y son, por lo tanto, todas ellas hermosísimas.
Cuanto más “avanzada” se encuentra la modernidad, mayor es la dificultad para aplicar criterios de valor. Azúa, Félix.

Termino este concepto haciendo referencia a las palabras textuales con las que Félix de Azúa cierra la definición del término, ya que es tan clara que no me atrevido a modificarla:
El paso de “saber hacer algo con mayor destreza que los demás”, a “tener muy buenas ideas”, o incluso “ideas interesantes”, o en el peor de los casos “ideas novedosas”, es el paso que separa a los clásicos de los modernos. Y es el paso que separa a los artistas en tanto que hombres hábiles, de los artistas en tanto que intelectuales y filósofos.
Siendo los artistas unos intelectuales que expresan sus ideas, no hay quien los juzgue, excepto los filósofos. Por eso las artes se han ido juntando en un solo Arte.

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