lunes, 23 de noviembre de 2009

Diccionario de las Artes.

ARTESANÍA.
Así se denominaba antiguamente el arte, que comprendían unas artes ya desaparecidas, bajo esta nomenclatura, donde trabajaban los artistas organizados en gremios, como ejemplo; eran los de la sastrería, los de la orfebrería, etc., Algo que me parece muy curioso es que los pintores pertenecían al gremio de los boticarios.

Antes los artistas tenían discípulos trabajando para ellos, así aprendían el oficio. A cambio el artista les mantenía y aprendían los trucos que estos tenían. Por otro lado esto ayuda al gran número de reproducciones que poseían muchos artistas, e incluso algunos artistas de corta vida, poseen gran repertorio; todo esto es gracias al trabajo de los discípulos en los talleres de los artistas. Estos artistas sabían reproducir réplicas con un domino espectacular, e incluso me atrevería a decir que ni muchos expertos actuales, saben diferenciar si muchas de las reproducciones de grandes maestros de la antigüedad, han sido elaboradas por el gran maestro o su discípulo.
El maestro de la antigüedad al enseñar sus trucos y sus saberes al discípulo se aseguraba su plena ayuda y sobre todo a que el discípulo no desvelara estos secretos, por lo que no estos conocimientos no salían del taller. Si el aprendiz o discípulo difundía algún conocimiento o truco del gran maestro se arriesgaba a poder ir a la cárcel. Por lo que de alguna manera estos artistas reconocían que tenían trucos y que no les interesaba que otros artistas supiesen. Sin embargo, en el artista moderno no es posible dicha consideración, ya que si algo destaca del artista moderno es la “honestidad” que salpica a todo su arte. Sería incapaz que un artista de esta calaña reconociera que un artista pueda poseer trucos.

A partir del siglo XVIII, los artistas comienzan a trabajar en la más pura soledad de su estudio, ellos y la obra, no cabe nada más. Como consecuencia por la consideración de artista como genio y que expresa sus ideas, por lo que esto es imposible de convertirlo en didáctica para ser transmitida a cualquiera, que no sea el propio artista, aunque fuera algún aprendiz al taller de un artista de la actualidad no aprendería nada, solo grandes ideas. Además, hay que suma el conflicto tan abundante porque no se difundan las imágenes o ideas que no cumplan el requisito de derechos de autor, lo que acentúa un miedo o tendencia a que se roben o plagien las ideas. En esta época todo tiene dueño, en cuanto a arte, todo queda registrado para que nadie se apodere de algo que no es suyo y por lo tanto pueda reconocer como suyo o alegarse la idea.

Aún en el siglo XVII y XVIII, no había mucha diferencia entre el artista y el artesano.

Los artista de antes, ya fueran pintores, por poner algún ejemplo; además de sus cuadros, a veces realizaban otros trabajos de índole menos artística y menospreciada por los artista modernos. Esto creo que aún se da, si yo diría que las dos nociones. Por un lado, está el artista que aunque sea muy buena, extraordinario en su campo pero que no vende, tiene que en algún momento contentar a la clientela, y elaborar u producto totalmente mercancía, porque necesita vender dicho producto, por lo no es ni menos artista ni más, e incluso ni menos libre. Simplemente, necesita el beneficio económico de la obra, por lo hay que ser realista y práctico, hay que comer, es su trabajo, al igual que el mecánico come de su trabajo y otros.
En el otro lado, se encuentran otro tipo de artista que considera todo lo anterior como una humillación, para el autoestima o su propia consideración como artista. Bueno esto es solo otra opinión, pero es éste más que el anterior, ya que de alguna manera atendrá a otros valores pero no menos desprovistos de valores establecidos.
La realidad es otra totalmente distinta; el artista que presume o no, de que en su producción ha sido libre y solo ha atendido a su intención libre de aspectos comerciales, etc., esto es muy bonito e ideal pero demuestra que este artista sobrevive de otra fuente, por lo que se puede permitir esta actuación. Y el artista que sobrevive de la fuente de su producción, que en algún momento debe abandonar estos ideales y sublevar otros, sin humillarse en absoluto a sí mismo.

Los artitas anteriores sabían realizar muy bien sus oficios con gran destreza y habilidad. Era de alguna manera una labor donde su propio trabajo era valorado objetivamente, se podía cuantificar y cualificar la mano del artista, el trabajo del artista era algo totalmente reconocible y conocido por la gente. Por esa masa incluso, por que su aceptación y valoración de alguna manera estaban aseguradas.
El trabajo del artista nuevo se podría denominar como un tanto “subjetivo”. Además se encuentra con la complicada tarea de que su arte no es entendido por la gran masa que pueda reconocer y dar valor al trabajo. Pero esta noción cuenta con otros aspectos, algo claro es la consideración nueva de artista, como genio, etc., por lo que en su trabajo se reflejan sus ideas y no son tan fáciles de detectar, sino tienes conocimientos a cerca de la labor del artista y algo de educación estética o esa nueva sensibilidad, que Ortega y Gasset abarca tan bien en su libro La deshumanización del arte.

Otro parámetro considerable como diferenciación entre el artesano y el artista, es el gran mercado que se ha establecido alrededor del arte nuevo, la especulación es descomunal a diferencia de lo que se considera artesanía. Ésta aún valorada por debajo del arte, por lo que entendemos nosotros, claro está.
Dichas ideas en las que se basan las obras de los nuevos artistas, transformadas en propiedad privada como valor de propiedad intelectual, por lo de acontecer a las ideas. Y sido transfondo implícito de mercado. Se trata del mercado del arte, que poco tiene que ver con el arte en sí.

Las ideas del artista plasmadas en imágenes, se convierten en iconos de la identidad y estilo del artista una vez, que éste es sumamente reconocido por la crítica, etc. Demostrando sus nociones del arte en cuanto al saber del propio artista.

Distinguir entre un buen y un mal Miró es cosa traída por los pelos y de mucho refinamiento, pero distinguir un buen Duchamp de uno malo, no es que sea difícil, es que es un disparate e indica que no se entiende nada de Duchamp. En Duchamp todo son ideas y sólo ideas. Y las ideas, como todo el mundo sabe, no tienen cuerpo y son, por lo tanto, todas ellas hermosísimas.
Cuanto más “avanzada” se encuentra la modernidad, mayor es la dificultad para aplicar criterios de valor. Azúa, Félix.

Termino este concepto haciendo referencia a las palabras textuales con las que Félix de Azúa cierra la definición del término, ya que es tan clara que no me atrevido a modificarla:
El paso de “saber hacer algo con mayor destreza que los demás”, a “tener muy buenas ideas”, o incluso “ideas interesantes”, o en el peor de los casos “ideas novedosas”, es el paso que separa a los clásicos de los modernos. Y es el paso que separa a los artistas en tanto que hombres hábiles, de los artistas en tanto que intelectuales y filósofos.
Siendo los artistas unos intelectuales que expresan sus ideas, no hay quien los juzgue, excepto los filósofos. Por eso las artes se han ido juntando en un solo Arte.

Diccionario de las Artes.

ARTE.
El arte es una forma de expresión del ser humano, el cual cree reflejar sus ideas, sentimientos, sensaciones, etc., utilizando como herramientas unas técnicas artísticas.
El arte no tiene consistencia real, sino de idea, solo se representa físicamente o visualmente en la obra de arte. Arte es igual a lenguaje, que sólo existe como ideal.
Es una forma de conocimiento como lo son la ciencia y las letras.

El arte es el lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano, que sólo puede recibir en esta forma. Kandinsky, Vasili. “De lo espiritual en el arte”.

No se debe confundir arte con las artes, ya que son muy diferentes entre sí.
El arte es un concepto filosófico que se insinúa en el Renacimiento italiano, crece y se hace adulto durante la Revolución francesa y el imperio napoleónico, y absorbe todo cuanto quedaba de las artes en el periodo romántico y positivista. La unión de todas artes en un único arte, fue originado por las Vanguardias. Azúa, Félix.

Wagner fue uno de los primeros en plantear la unión de las artes en un mismo arte, ya que él pensaba que la obra de arte, implicaba la fusión de todas las artes. Aunque ya desde Platón, se concebía las artes como un solo arte, el cual se entiende como copia de la idea.
Antiguamente, las artes eran desempeñadas por los artesanos, como oficios. En definitiva, las artes lo abarcaban todos los tipos de oficios o trabajos. Los oficios eran la elaboración de todo tipo de productos cuyo fin estaba destinado a la producción. Por ejemplo; el sastre, el pescador, el escultor, pintor, carpintero, etc., Cada uno entendido en su oficio o arte.
Lo que nosotros conocemos como bajo la designación de arte, para los griegos es técnes y en los romanos ars. Todo esto es debido a que la “separación entre técnica y artes” han sido exploradas tan solo alrededor de los últimos siglos.
El arte comprende el concepto de todas las artes, fusionadas en un único arte, que atiende a una evolución contenida en una historia del arte propia en constante desarrollo.

Si se acepta que hay tal cosa como un solo Arte, es decir, una entidad unitaria y cognoscible que engloba y subsume a todas las prácticas particulares de cada sociedad y de cada individuo en el terreno de de cada una de las artes, entonces las artes carecen de significación: sólo son eslabones de la gran Cadena del Arte, la cual no es sino un momento diminuto de la Historia del Espíritu, la cual es a su vez un momento del despliegue de Dios. Azúa, Félix.

Si solo existiera un arte como tal, todo creería estar actuando con total libertad, que no sería en absoluto nada de esto. El artista quiera o no, o mejor consciente o inconsciente, actúa bajo algún tipo de propósito. Ya sean creencias u otros valores.
Cada práctica artística es un instante, un fragmento del significado global. El arte si es libre, de hecho es el único que lo es totalmente. Solo éste conoce su destino y lo dirige. Mientras el artista es el ejecutador, que está lleno de valores que atienden a necesidades y actitudes del momento, sujetas a los cambios y novedades que se han determinado en un momento.
Aunque este tema no es reconocido por la mayoría de los artistas, ya que creen o quieren creer ser libres. Los productos artísticos son vendidos bajo este concepto, pero la cruda realidad es que atienden a una necesidad sociohistórica; no obstante si el público conoce esta premisa o es consciente, de seguro no se interesaría en la obra como tal. De esta manera es vendible el producto, pero no solo como actuación comercial sino también como consideración de la obra de arte (de la que hablaré más adelante).

Por otro lado si se considera que no existe un solo arte, éste se convierte en actividad igualable a cualquier tipo de actividad, ya se artesanía o no (esto es tratado más adelante).
A pesar de todo este planteamiento, los artista que continúen con su labor; unos mejor o otros peor, o simplemente diferente. Esto siempre va a ocurrir, y no se trata de llegar a la liberación del artista en cuanto a totalidad que vence o alcanza la idea suprema de Dios. Ni Dios existe como tal (independientemente de creencias) ni el arte como punto de fusión sobre éste. El arte puede que emplee unas técnicas determinadas buscadas, como finalidad o impuestas para elaborar el arte del momento. Se trata de una constante predominante en la evolución del arte, que resuelve su historia. El arte no es un saber absoluto, tampoco Dios.

Las artes se muestran en el presente; el Arte flota en la atemporalidad, es decir, en el instante de la simultánea creación y destrucción del Mundo. Azúa, Félix.

Se ha creado un círculo detonante en esta época por artistas y seguidores, que atienden a la noción tratada anteriormente, la cual es totalmente incompatible con la noción de arte, pero es algo que parece no acabar y muy complicada de acotar, ya que está sujeta a un cambio insostenible en tanto que se entiende el arte como tal y su no acabamiento.
Vuelvo a lo anterior, el artista de la época y sus fieles, consideran el arte que se está manifestando en la actualidad como verdad absoluta. “Ese artista que nos conduce o muestra esa obra disfrazada como saber absoluto, obviando cualquier noción de aspecto artístico.
En esta noción va en contra con la propia noción de arte. Pero es aquí donde se demuestra los recursos del arte para sobrevivir o existir, frente a la afirmación de la in-diferenciación de las técnicas y las artes, como tal regreso.
Daría su sentido final a la etapa concluida de las Vanguardias, es decir, de las prácticas unificadas bajo la tutela filosófica. Como todo acabamiento, también éste parece inacabable.

Diccionario de las Artes.

ABSTRACTO.
Actitud de la mente que se aparta de los múltiples aspectos de los objetos reales para formular un concepto; por ejemplo el concepto de hombre o de árbol frente a la diversidad de hombres o árboles individuales.
Para Worringer “el afán de abstracción se halla en el origen de todo arte”. Arte abstracto es aquel que utiliza exclusivamente formas, líneas y colores, y que renuncia a toda imagen figurativa. Históricamente se atribuye a Kandinsky la creación de la primera acuarela abstracta (1909). Lajo, Rosina. “Léxico de Arte”.

Forma de arte que no intenta representar el mundo que nos rodea. El término es aplicable a cualquier arte que no represente objetos reconocibles, pero se refiere especialmente a las formas del arte del siglo XX en las que se han abandonado la idea del arte como imitación de la naturaleza. Vasili Kandinsky, Piet Mondrian y Kasimir Malévich fueron algunos de los pioneros de la abstracción.

Kandinsky descubrió en su taller de Munich el arte abstracto, en una de sus últimas obras de ese momento. Apreció en ésta la esencia misma de dicho arte, al darse cuenta que los elementos reconocibles le incomodaban. Todo esto ya lo había sospechado tiempo atrás, peleándose contra su propia incapacidad para ver los colores en sí mismos.
El artista vivía en el perpetuo desasosiego de que entre su ojo y el color siempre se interpusiera un objeto, un ente sólido, una cosa reconocible. Esto era algo muy serio ya que él consideraba que los colores tenían personalidad. Para él; el verde Veronés se distinguía del amarillo girasol, porque cada uno atañe un comportamiento diferente.
Kandinsky comprendió la fuerza del arte abstracto cuando vio una “extraordinaria belleza, iluminada por un resplandor interior” en una pintura abstracta, sin darse cuenta que era un cuadro suyo invertido.
En 1910, pintó Kandinsky su primera obra “abstracta”. Su propósito era que el color de la obra actuara por sí solo, sin obstáculo alguno que reprimiese su efecto en sí mismo. Liberar el valor cromático frente a los objetos reconocibles coloreados.
Según el artista, el verdadero artista sólo intenta expresar sentimientos interiores y esenciales.

En 1915, Malévich expuso una pintura en un salón de Petrogrado, sin tener éste ninguna relación con Kandinsky.
Malévich presentó un cuadro blanco sobre fondo negro. Según el artista el negro era la sensibilidad y el blanco era la nada. Y añadía diciendo; que el arte iba derecho al suprematismo.
Malévich negaba como arte cualquier forma reconocible con objetos de la cotidianidad o experiencias humanas, como los cuadros de paisajes, figuras humanas, etc. Éste alegaba que era algo vulgar y de un atraso considerable atendiendo al momento por el que pasaba el arte.
Es aquí un ejemplo sobre su consideración al contemplar un paisaje de Poussin; experimentaba un rencor incontenible porque allí, de nuevo, se había reproducido el rostro de Dios.

Malévich con el suprematismo, pretende rechazar la noción de tema, apoyándose únicamente en la interacción entre forma y color. Alcanzando la pureza absoluta de formas y colores. Para él, el método constituía una expresión del sentimiento artístico puro, lo que el llamaba “la sensación no objetiva”.
En 1918 desarrolló su arte no objetivo hasta sus límites lógicos, en una serie de obras tituladas “Blanco sobre Blanco”.

Piet Mondrian, con su rechazo de unas convenciones artísticas tan antiguas como el espacio pictórico tridimensional y la línea curva, el artista pretendía crear obras de arte a partir de los elementos más simples: la línea recta y los colores primarios, disponiéndolos en el lienzo hasta encontrar una composición de equilibrio perfecto. Su propósito era crear un arte no figurativo cuyas leyes, de alguna manera, reflejarían el orden del Universo. Este empleo de la línea y el color puros son típicos del movimiento De Stijl, del que Mondrian fue miembro destacado.
Hay que elevarse hasta alcanzar una pintura totalmente plana, decía Mondrian, sin rasgos ni huellas, como si hubiera sido pintada por una máquina. Una pintura cuya pureza no dé el menor atisbo de existencia del cuerpo de un pintor. Lo mismo podía decirse de las formas.
La pretensión de Mondrian, era que las formas carecieran por completo de sugerir idea alguna. Redujo al mínimo su paleta cromática, porque para él había demasiados colores que actúan distrayendo y son molestos al mirar. De aquí, su idea de que no se recaiga en lo dicho anteriormente, que con nada se recaiga en la idea. Por lo que hay que abandonar todo al mínimo reducto.
Acabó por tolerar solo la gama pura (rojo, azul y amarillo) y la ausencia de color (blanco y negro), pero si estos últimos se aceptan es con la única finalidad de reducir y controlar a los colores puros hasta conducirlos a la inexpresividad, a la impotencia,…

Finalmente, ésta es la historia verdadera, sin el menor añadido imaginario, del origen del Arte Abstracto, el cual tuvo lugar, con la contundencia de una explosión, entre 1910 y 1915. Es la historia de una magnífica ascesis contra los excesos de la Tierra, que tuvo como protagonistas a unos cuantos artistas abrumados por la abundancia del mundo y angustiados por la indiferencia de la Naturaleza.
Es la historia de la batalla emprendida por un puñado de místicos, teósofos y esotéricos, obligados a dar un alivio a su iconoclastia para distraer la locura que les amenazaba. Lo que en aquellos primeros artistas fue pasión y sacrificio contra la realidad, se transformó milagrosamente en el símbolo de un arte tecnológico y racional. Azúa, Félix.

Después de dichos artistas, Kandinsky, Malévich y Mondrian; les han seguido miles de discípulos pero ninguno de ellos, estuvo ya traspasado por el rayo de la poesía. Pero algunos se aproximaron. Pudo ser Rothko, el más lírico del grupo.
Las obras de Rothko, contenidas pero evocadoras, dan la sensación de ocultar alguna verdad cadente, como si representaran una larga y difícil meditación. Fue pintor autodidacta, que solía emplear formatos muy grandes, con la intención de sumergir al espectador en una experiencia cromática total: Pinto cuadros grandes, porque quiero crear un estado de intimidad. Un cuadro grande es una transacción inmediata; te mete dentro. Fue una de las principales figuras del expresionismo abstracto y sus lienzos sin formas evocan el auténtico espíritu del movimiento: una respuesta definitiva a los inaccesibles misterios de la psique humana.
Según Rothko lo que quería expresar en sus telas:
El secreto pero inmediato acceso al terror salvaje, al sufrimiento, a los caminos cegados y a las aspiraciones muertas que yacen en el abismo de la existencia humana, desde donde se alzan para atacar sin descanso el sosiego de nuestras vidas.

Cuando el artista comenzó a ser muy reconocido y sus obras eran compradas por importantes ejecutivos de Wall Street; Mark Rothko se suicidó.
Estos últimos comentarios solo son referencia para abarcar el tema.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Soy Estefanía Gaona Gordillo y este es mi trabajo sobre la Deshum,anización, el resto lo colgaré lo antes posible.
Según Wikipedia; el término deshumanización define un proceso mediante el cual una persona o un grupo de personas pierden o son despojados de sus características humanas.
Se trata de desvincular todo carácter humano de la obra de arte. Esta tendencia es vinculada especialmente como esencia o punto culminante en el arte joven, para Ortega.
Este arte joven es impopular, ya que su propio concepto lo indica; cuando algo es nuevo o innovador en su tiempo, no es conocido entre la masa, la cual necesita un tiempo para reconocer dicho arte. Sea ni popular ni impopular, no es ninguna de estas dos nociones, porque es nuevo, no ha llegado aún a ser nada por su carácter temprano. Con el tiempo todo llega a ser “popular”, a diferencia de este arte nuevo, que está sometido o basado en no llegar a la popularidad; ser impopular, más aún está afirmado por su aspecto antipopular.
A lo largo de la historia del arte, se ha alcanzado en diferentes niveles la popularidad. Como ejemplo que reivindica Ortega al Romanticismo, se puede considerar sumamente popular, capaz de mover masas y dejar mella en la sociedad, de tal forma que sea aplicable dichas nociones en la comprensión de todo, creando valores asumidos tan fuertemente que se llevan incluso a parámetros contrarios por excelencia.
La masa aplica los mismos principios del Romanticismo al nuevo arte, quedando para siempre la incomprensión del mismo.
La obra de arte nueva responde clasificando al público, que va más allá del gusto personal de cada individuo. Pero se trata de una clasificación casi impuesta, por su carácter implícito.
No se concentra en que a unos les guste y a la mayoría no. Sino, que la masa no entiende la obra de arte nuevo. Por lo que hay que dividir al público en dos clases de hombres; los que lo entienden y los que no.
Se considera que el arte nuevo no es para todo el mundo, no para la masa; siendo para una minoría, a diferencia de todo el arte anterior. Va dirigido a una minoría dotada de su comprensión.
La masa actúa alegando su incomprensión a este arte, desplazándolo como válido, afirman que no sirve y que está totalmente fuera de lugar. Todo esto es acentuado a través de la humillación a la que llega el hombre al contemplar su incultura, desconocimiento, etc., de tal forma que se basa en su premisa de que como no conoce no es válido, defendiéndose con su desprecio e indignación. Para este tipo de hombre es más fácil responder de esta manera que afirmar o reconocer su carencia de conocimiento.
Por otro lado, los que entiende se encuentran respaldados por un número inferior contra la masa que no entiende, teniendo una constante lucha en contraposición a la muchedumbre. Sobre todo, se encuentran en la dificultad de mantenerse ante tales.
Ante todos estos aspectos, los hombres se dividen en dos órdenes; los hombres egregios y los vulgares.
Bajo toda la vida contemporánea late una injusticia profunda e irritante: el falso supuesto de la igualdad real entre los hombres. La masa cocea y no entiende. Por lo que se debe hacer lo inverso. Debemos extraer del arte joven su principio esencial y entonces veremos en qué profundo sentido es impopular. Ortega y Gasset, Jose.

Si este arte joven no es claro y legible para todo el mundo, quiere decirse que su lenguaje no es para la generalidad humana. No queriendo decir esto que sean unos mejores que los otros, simplemente diferentes.
No para todo el mundo la experiencia artística es igual, ya que no podemos ver y sentir lo mismo. No puede un hombre que tiene unos ciertos dotes de comprensión en cuanto a la disciplina del arte; que entienda el arte como una forma de conocimiento como la ciencia y las letras, que sea consciente de la cualidad de suscitar y expresividad del arte como tal, la obra en sí misma.
Una persona para llegar a la comprensión, disfrute y valoración del arte nuevo; necesita ser educado, educarse la vista y contrastar con la teoría del arte.
Si contemplan estos dos tipos de hombres (los que entienden y los que no) un cuadro del arte nuevo, e incluso me atrevería a decir cualquier obra de arte; no van a atender a lo mismo; mientras el que no entiende sino encuentra en el cuadro elemento figurativo y aún más un elemento humano, que represente algún tipo de emoción relacionada con aspectos humanizados, no va a entender absolutamente nada. No va a detenerse en la composición, color, espacio, peso de la obra, etc. Éste solo ve las figuras humanas y sus pasiones, solo es arte para él lo que le proporcione ese contacto con las cosas humanas interesantes, esa que sean totalmente implícitas, todo narrado sin tener que pensar nada más, firme a esas fantasías e irrealidades, que para él es toda realidad; que se traduce en la cotidianidad. Lo que se salga de estas apariencias no sabe que hacer, ya que no conoce otras, su nivel de conocimiento es tan limitado que le deja fuera de toda participación y esto le crea ese miedo, que es transmitido en resentimiento y anulación como disciplina. Mientras que el hombre que entiende, lee el cuadro, éste va a regir su posición ante el cuadro atendiendo a los parámetros anteriores, que el otro es incapaz de reconocer. Se necesita una educación estética, etc., para la compresión del arte, sino se puede ver sin ver más allá.
Las experiencias sentimentales humanas como goce artístico, están totalmente fuera de los confines del arte nuevo, siendo la oposición de éste. Toda búsqueda no entiende de lo anecdótico personificado como humano. Ya que el objeto artístico sólo es artístico en la medida en que no es real.
Toda esta parafernalia está aceptada y personificada por el arte anterior, en la historia del arte, siempre ha sido puramente realista hasta el momento. Para concebir dicho arte ha sido necesario acomodar la vista a esa “virtualidad” necesaria para ver la obra, que para nada atiende a la sensibilidad artística. Basta solo con poseer sensibilidad humana. Es aquí la confusión de la masa. La cual plasma la interpretación de sus aventuras y desventuras de su vida.

En toda la historia del arte se han construido dos tipos de arte, uno para la minoría y otro para la masa, éste último siempre realista.

Es imposible un arte puro, pero siempre se recae en esta vicisitud y la purificación del arte en general. Estos semblantes son los que van a llevar al despojo evolutivo de los elementos humanos, dominantes en las obras anteriores, propias del ámbito romántico y naturalista. Hasta tal punto que casi se opte por la ausencia completa de lo reconociblemente humano. De tal actitud solo posible para el hombre que posea esa sensibilidad artística propia para la asimilación como forma de sí misma, que es el arte. Será un arte para artistas, técnicos del arte, y no para la masa; alzando o sublevando a un arte de casta, e hierático.
Hay una tendencia de los artistas nuevo a despreciar e incluso repudiar todo el arte anterior. Ya en estos artistas se aprecia considerablemente una evolución latente en un estilo claro, coherente y racional, como resultado fecundado en la evolución artística anterior. Por otra parte, es inevitable el carácter dominador que cada época nos impone.
En arte es nula toda repetición.

En el nuevo estilo se encuentran latentes ciertas tendencias enlazadas entre sí. Se tiende; a la deshumanización del arte, a evitar las formas vivas, a hacer que la obra de arte no sea sino obra de arte, a considerar el arte como juego, y, por tanto, a una escrupulosa realización. El arte según los artistas jóvenes, es una cosa sin transcendencia alguna.
La realidad que se crea en un cuadro, puede atender a dos actitudes; la realidad vivida y la realidad contemplada.
La realidad vivida es considerada por nosotros como la realidad por excelencia, que es la realidad humana. En vez de ser la idea instrumento con que pensamos un objeto, la hacemos a ella objeto y término de nuestro pensamiento.

Existe una nueva sensibilidad estética fundamentada por los artistas y los que entienden.
Analizando el arte nuevo hay una tendencia notoria en la producción a deshumanizar el arte.
Cuando en un cuadro el espectador no encuentra la figura humana, el paisaje, etc., o simplemente aparecen estos elementos deformados y descompuestos, por lo que cuesta reconocerlos, el espectador alega que el pintor no ha sabido resolverlos, no como una intención y una búsqueda estética del artista. Es incapaz de concebir esta actitud como fin.
Este arte no es sólo inhumano por no contener cosas humanas, sino que consiste activamente en esa operación de deshumanizar.
El pintor no es que no quiera pintar fiel a la realidad figuras humanas, paisajes, hechos anecdóticos; sino que pinta estas figuras pero sin que sean reconocibles físicamente a primera vista para el espectador, sino que obliga a éste a tener que contemplar la obra, para que aprecie como se han transformado esos elementos reconocibles, el artista ha actuado deformando esa realidad, como proceso intencional. No recae en esa evidencia de la imagen donde todo está contado sin dejar pie a la interpretación. El placer estético ya ha cambiado por completo, se trata del de la obra sobre lo humano. En definitiva, el triunfo sobre lo humano.
Los hombres que no entienden, esa masa; piensan que la actuación del artista nuevo de “abandonar la realidad”, es por la carencia y el no saber solucionar la obra. Cree esta masa que es muy fácil la opción del artista nuevo, huir de la realidad, pero es lo más difícil. Lograr construir algo que no sea copia de lo “natural” y que, sin embargo posea alguna subjetividad, implica el don más sublime. La “realidad” acecha constantemente al artista para impedir su evasión. Cuando el artista logra escapar un momento a la apertura asechanza no llevemos a mal un gesto de soberbia en el artista. Ortega y Gasset, José.

Es imposible poseer la percepción de la realidad vivida y la percepción de la forma artística, no puede producir esta doble mirada.

El imperativo de exclusivo realismo que ha gobernado la sensibilidad de la pasada centuria significa precisamente una monstruosidad sin ejemplo en la evolución estética. De donde resulta que la nueva inspiración, en apariencia tan extravagante, vuelve a tocar, cuando menos en un punto, el camino real del arte. Porque este camino se llama “voluntad de estilo”. Ahora bien: estilizar es deformar lo real, desrealizar. Estilización implica deshumanización. Y viceversa, no hay otra manera de deshumanizar que estilizar. Ortega y Gasset, José.


El arte no puede consistir en el contagio psíquico, porque éste es un fenómeno inconsciente y el arte ha de ser toda plena claridad. El placer estético tiene que ser un placer inteligente. Por lo que no pueden decidir una jerga de personajes totalmente carentes de goce, gusto, placer o educación; en que se basa el arte del momento. Si esto fuera así y no existiera esa minoría de entendidos, no conoceríamos el arte como tal, solo experiencias humanas plasmadas sobre tela y aplicados con ciertas técnicas pictóricas. Sólo habría “arte” para la masa, aunque si no hubiera esa minoría, todos seríamos iguales, masa. No puedo imaginarme como sería el arte en estas condiciones. Nadie veríamos más que lo puramente anecdótico, figurativo, carente, etc., y con esto no quiero decir que estoy en contra del arte figurativo, es algo mucho más complicado. Cuando algo está elaborado bajo unas normas de composición, formas, color, etc., es totalmente apreciable por el que entiende, y ese creo que es el goce.

Todo lo que quiera ser espiritual y no mecánico habrá de poseer este carácter perspicaz, inteligente y motivado. Ortega y Gasset, José.

Mediante la metáfora nos podemos evadir, de todo lo que queramos salir y de esa realidad que no nos gusta, de algún modo, aunque es lago muy leve y complicado de tratar. El origen de la metáfora, se halló que una de sus raíces está en el espíritu del tabú. Ha habido una época en que fue el miedo la máxima inspiración humana, una edad dominada por el terror cósmico. Durante ella se siente la necesidad de evitar ciertas realidades que, por otra parte, son ineludibles.
Pero si es la metáfora instrumental de deshumanización, no puede decirse que sea el único. Hay innumerables de alcance diverso. Un mismo instinto de fuga y evasión de lo real se satisface en el suprarrealismo de la metáfora y en lo que cabe llamar infrarrealismo.
Ahora se trata de eliminar la parte real y realizar la metáfora, que ocurre como tendencia de todo el arte al uso.

Decía Goethe que cada nuevo concepto es como un nuevo órgano que sugiere en nosotros. Con las ideas, pues, vemos las cosas, y en la actitud natural de la mente no nos damos cuenta de aquéllas, lo mismo que el ojo al mirar no se ve a si mismo.

Todos pensamos que lo natural es la realidad, es algo que está muy latente aún en nuestra sociedad y es muy difícil de abolir por toda el peso de la tradición.
Si nos proponemos realizar las ideas, traduciremos en su deshumanización. Tomarlas como realidad es idealizar, falsificar. Y esto es lo que se ha hecho todo este tiempo y se sigue haciendo, sobre todo, está fundamentada por esa masa. Es tan fuerte esta tendencia que todos recaemos en ella en algún momento. La hemos asumido y está en nuestro entendimiento extremadamente firme, por que poco a poco hay restar.

El pintor tradicional cuando ha elaborado un retrato pretende haberse apoderado de la realidad de la persona, que no es para nada así. Lo que ha dejado en el lienzo es una esquemática selección guiada por su mente, por sus ideas propias, de la infinitud que integra la persona real. En caso de que fuera ésta su intención, entonces sería la verdad misma y no acabaría en el fracaso inevitable. El cuadro, renunciando a emular la realidad, se convertiría en lo que auténticamente es: un cuadro, una irrealidad. Ya que de pintar las cosas se pasaría a pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos y subjetivos.
Al gran público no le gusta que le engañen, entendiéndolo como que está jugando con sus ideas, que no comprenden la dualidad de la obra y su intención, como se le escapa no cabe contemplación posible para ellos. Es decir, que el público se irrita ante el engaño y no sabe complacerse en el delicioso fraude del arte, tanto más exquisito cuanto mejor manifieste su textura fraudulenta. Es evidente dicha ignorancia porque no algo evidente y reconocible para su entendimiento.

La práctica de partir de la imagen fidedigna del elemento humano; figura, bodegón, animal,… para ser utilizada como medio llegando a su distorsión, abstracción, descomposición, etc., puramente intencional, viene desde la prehistoria. Ya en la evolución del arte prehistórico vemos que la sensibilidad comienza por buscar la forma viva y acabada por eludir, como aterrorizada o asqueada, recogiéndose en signos abstractos, último residuo de figuras animadas o cósmicas.

El arte y la ciencia pura, por ser precisamente las actividades más libres, menos estrechamente sometidas a las condiciones sociales de cada época, son los primeros hechos donde puede vislumbrarse cualquier cambio de la sensibilidad colectiva.

Dentro del artista se produce siempre un choque o reacción química entre su sensibilidad original y el arte que se ha hecho ya. No se encuentra solo ante el mundo, sino que, en sus relaciones con éste, interviene siempre como un truchimán la tradición artística. ¿Cuál será el modo de esa reacción entre el sentido original y las formas bellas del pasado? Puede ser positivo o negativo. El artista se sentirá afín con el pretérito y se percibirá a sí mismo como naciendo de él, heredándolo y perfeccionándolo, hallará en sí una espontánea, indefinible repugnancia a los artistas tradicionales, vigentes, gobernantes.

En la obra de una época la voluntad de parecerse más o menos a la otra época anterior. En cambio, parece costar trabajo a casi todo el mundo advertir la influencia negativa del pasado y notar que un nuevo estilo está formado muchas veces por la consciente y complicada negación de los tradicionales.
Debe pasar una buena época para que el arte nuevo poco a poco se cure del viejo arte que le ahoga. Este ha sido el caso del alma europea.
Lo que más repugna a los artistas de hoy es la manera predominante en el siglo pasado, a pesar de que en ella hay ya una buena dosis de oposición a estilos más antiguos. En cambio, finge la nueva sensibilidad sospechosa simpatía hacia el arte más lejano en el tiempo y el espacio, lo prehistórico y el exotismo salvaje.

El nuevo estilo consiste en eliminar los ingredientes “humanos, demasiado humanos”, y retener sólo la materia puramente artística.

El artista de ahora nos invita a que contemplemos un arte que es una broma, que es, esencialmente, la burla de sí mismo. Porque en esto radica la complicidad de esta inspiración. El arte nuevo ridiculiza el arte. Al hacer el ademán de aniquilarse a sí propio sigue siendo arte, y por una maravillosa dialéctica, su negación es su conservación y triunfo. No existe una forma última, todas quedan burladas y hechas pura imagen.
Ser artista es no tomar en serio al hombre tan serio que somos cuando no somos artistas.

La nueva sensibilidad estética que reclama la acentuación de la meditación. Para el hombre de la generación novísima, el arte es una cosa sin trascendencia. Porque no se trata de que a cualquier hombre de hoy le parezca el arte cosa sin importancia o menos importante que al hombre de ayer, sino que el artista mismo ve su arte como una labor intrascendente. Ya que el hecho no es que el artista le interesen poco su obra y oficio, sino que le interesan precisamente porque no tienen importancia grave y en la medida que carecen de ella. No se entiende bien el caso si no se le mira en confrontación con lo que era el arte hace treinta años.

La aspiración al arte puro no es, como suele creerse, una soberbia, sino, por el contrario, gran modestia. Al vaciarse el arte de patetismo humano queda sin trascendencia alguna como arte, sin más pretensión. El nuevo artista quiere crear de la nada. Pero, cualquiera que sean sus errores, hay un punto, inconmovible en la nueva posición; la imposibilidad de volver hacia atrás. A las objeciones habría que añadir otra cosa: la insinuación de otro camino para el arte que no sea éste deshumanizar ni reitere las vías usadas y abusadas. Ortega y Gasset, José.

martes, 17 de noviembre de 2009

Creo que el Arte; es una forma de expresión del ser humano. El término es igual a lenguaje. Arte solo existe como ideal. Está sujeto a una constante evolución o cambio a través de la historia del mismo (dentro de esa historia ya están implícitos; críticos, teóricos, etc.,en definitiva, los llamados medias, que se consideran como "entendidos en el arte"), la cual establece en un espacio y contexto determinado; que se considera como arte.
Dicho arte comprende de artista y obra de arte. El artista, el cual "elabora el arte" que en definitiva lo realiza en la eleboración de un producto; el cual es la obra de arte.
Finalmente, el arte no tiene consistencia real (sino de idea), solo se representa físicamente en la obra de arte.

martes, 10 de noviembre de 2009


Estefanía Gaona Gordillo. La imagen se trata de un trabajo de clase del año anterior, concretamente en enero de 2009. Para la asignatura Pintura y Abstracción.
Se trataba en principio de hacer algo experimental, aunque como es obvio está inacabada.
Las técnicas son diversas; acrílico, pastel, carboncillo y secativo de cobalto.
No creo que sea mi mejor obra, pero hasta el momento no considero que haya realizado en ningún caso; una buena obra, simplemente elementos que me han funcionado y de los que no he querido tocar por miedo a su destrucción, ya que no he sabido albergarlos.
En definitiva, esta obra me resulta agradable al mirarla, por su resultado, en cuanto a colores y planos, etc. Pero no me satisface, y no la considero de una buena obra.